Hoy se celebra en Argentina el bicentenario de
la creación de la bandera nacional.
El 27 de febrero de 1812, Manuel Belgrano enarbola por primera vez la bandera,
de color celeste y blanco, según los colores de la escarapela.
El lugar especial que Manuel Belgrano tiene en la historia argentina se debe
sobre todo a haber creado la enseña patria. Sin embargo, durante sus cincuenta
años de vida desarrolló una extensa actividad en muchas áreas: derecho,
economía, periodismo, ejército, política, diplomacia y educación. Tienen
especial relieve su participación en la Primera Junta de Gobierno en 1810 y su
actividad como líder militar en las batallas de Tucumán (1812) y Salta (1813).
Pero Belgrano también fue traductor.
Del francés tradujo dos libros sobre temas económicos: las Máximas generales del gobierno de un reyno agricultor, de François Quesnay (1794), y los Principios
de la Ciencia Económico-Política
(1796), de varios autores. Belgrano consideró importante la difusión de estas
ideas para el progreso material del país.
Más adelante tradujo del inglés la Despedida de Washington al pueblo de los Estados-Unidos. Una primera versión se perdió durante la campaña militar al Paraguay,
pero la rehizo después de la batalla de Tucumán con la ayuda de su médico, el
estadounidense Joseph Redhead, y la publicó en Buenos Aires en 1813.
En el Museo Mitre se conserva el manuscrito inédito de
su última traducción: el Bosquejo de Constitución (1814)
de Benjamin Constant.
Las traducciones de Belgrano son fieles a sus originales y están escritas en un
español correcto. Pero más importante es el motivo que lo llevó a realizar esta
tarea. En la “Introducción” de la Despedida escribió: “El ardiente deseo que tengo de que mis
conciudadanos se apoderen de las verdaderas ideas que deben abrigar si aman la
patria y si desean su prosperidad bajo bases sólidas y permanentes me ha
empeñado a emprender esta traducción en medio de mis graves ocupaciones”. Esa introducción
está fechada el 2 de febrero. Pocos días después, el 13, tras cruzar el río
Pasaje (hoy Juramento), su ejército jura obediencia al gobierno en presencia de
la bandera.
Aunque no fue un traductor profesional, tenía, sin embargo, una característica
que lo hace importante en la historia de la traducción: concibió esta tarea
como una forma de contribuir a la prosperidad y el progreso de la patria. Una
tarea que a todos nos toca continuar, cada uno desde su lugar en la sociedad.